¿Cómo empezar?

Muchas veces, quienes decidimos cuidar al planeta, lo hacemos porque la información catastrófica y los informes científicos llegaron a nuestras pantallas y no tuvimos opción más que darles play y, finalmente, abrir los ojos.

Frente a esta situación, la desesperación suele apoderarse de nosotrxs y la pregunta ¿QUÉ HAGO? nos invade. Así lo viví yo, y por suerte, decidí actuar.

 ¿Cómo y por dónde empezar? Hay muchas cosas que podes hacer para cuidar el ambiente, podés empezar por donde más te guste, yo te voy a contar el camino que recorrí.

Primero empecé a separar residuos en las dos categorías básicas: residuos húmedos y secos. Con los húmedos empecé a hacer compost, que es una forma de disponer responsablemente de los residuos orgánicos para que estos se conviertan en tierra. Con ese primer paso, noté que mi bolsa de basura se reducía MUCHÍSIMO. En los artículos sobre compost te cuento por qué.

El siguiente paso fue preguntarme qué hacer con los residuos secos. Ahí aprendí que hay residuos reciclables y no reciclables. ​Entre los reciclables se encuentran el plástico, cartón y papeles, vidrio y aluminio (principalmente). Todos ellos pueden ser sometidos a tratamientos químicos para que puedan volver a utilizarse. 

En este punto, empecé a entender que la basura no existe, y si existe, es mucha menos de la que hasta entonces creía. Los orgánicos van al compost, los reciclables van a reciclar, quedan entonces los residuos no reciclables. Con ellos, tenemos tres posibilidades: algunos pueden ir a la botella de amor, otros pueden ir al ecoladrillo,, y otros pueden reutilizarse de forma creativa. Aunque en realidad, lo mejor que podemos hacer es directamente, evitar su consumo buscando alternativas sin envoltorio o con packaging más fácil de reciclar. 

Fue en ese último punto que empecé a realizar compras a granell, a probar la cosmética natural y a gestionar mi menstruación sin descartables. Todas esas opciones, naturalmente, me alejaron de los super mercados llenos de plastico y me acercaron a los comercios locales y a una alimentación sin procesados. 

De las frutas y verduras que consumí, de sus semillas que cayeron al compost, surgieron los primeros brotes y sin darme cuenta comencé a practicar humilde y caseramente la permacultura. Como ven, la sustentabilidad atraviesa todos los aspectos de mi vida, y las vidas de muchas personas que un día decidieron dar el primer paso. 

Todas estas acciones cotidianas nos generan un compromiso con esta lucha que nos empuja a volcarnos a las calles para manifestarnos y reclamar por políticas y leyes que protejan el ambiente y nos conduzcan al desarrollo sostenible. Y desde esa convicción que generamos, compartimos con quienes nos rodean, porque cada persona que contagiamos, es un individuo más que empieza a ver el mundo con las gafas de la sustentabilidad.